La idea de «institución arte» se plantea en Hans Haacke y la crítica de la institución arte, en los términos que la definió Peter Bürger en su Teoría de la vanguardia, como aparato productivo-ideológico del arte. Lo que incluye los modos de producción, distribución y exposición así como las ideas predominantes sobre el arte en una determinada época.
En la sociedad burguesa, la idea de arte establecida es la de su autonomía como esencia. El arte se define como aquello que es esencialmente autónomo, desligado de la materialidad de lo real. Es así como la subjetividad burguesa puede construirse separando las prácticas extractivas de plusvalor, que le proporcionan sus negocios, de su vida espiritual. Se trata del modelo ideológico, afirmativo, de un estracto social conservador que ostenta el poder económico y político. La idea de arte autónomo se ha venido presentando como universal, funciona distorsionando la materialidad de lo real y forma parte de una ideología de contención de ideas y prácticas cuestionantes, resistentes, emancipatorias para capas sociales amplias: trabajadoras, precarias…
La ideología de la autonomía como esencia del arte ha ido variando con el cambio del aparato productivo, del capitalismo industrial al financiero, en los últimos cincuenta años. Las contradicciones entre los discursos y las prácticas que se enuncian desde el ámbito del arte han sido expuestos a lo largo de este tiempo por Hans Haacke así como por otros artistas, mujeres y hombres, contemporáneos suyos que practican el arte de la crítica reflexiva y transformadora del aparato productivo e ideológico establecido, es decir, de la institución arte. Estas prácticas son un referente ineludible de cara a enfrentar los retos que se nos presentan hoy en la construcción democrática de la vida misma.